Hay varios usos del dióxido de carbono en la medicina. En cirugías laparoscópicas, por ejemplo, se utiliza para hacer lo que llamamos «neumoperitoneo», que es la infusión de gas en el abdomen para que haya espacio y luz para visualizar las estructuras a tratar en la cirugía, con la ayuda de un cámara de video muy pequeña e instrumentos especiales.
En cirugía y medicina estética se utiliza dióxido de carbono con función regenerativa, en cantidades mucho menores.
La molécula de CO2 tiene una fuerte afinidad por la hemoglobina (que transporta oxígeno en la sangre). Cuando se infunde en los tejidos, provoca un mecanismo de «intercambio» natural, al unirse a la hemoglobina y hacer que se libere oxígeno en los tejidos infundidos. Este oxígeno dará lugar a una secuencia de actividades moleculares que actuarán para reparar el tejido.
También aumenta el flujo sanguíneo en la región donde se infunde el dióxido de carbono medicinal, debido a la vasodilatación directa que la molécula de CO2 es capaz de activar.
Con estas acciones, hay un movimiento lento y progresivo de regeneración residual, renovación celular, producción de nuevas células y mejora de la circulación.
El dióxido de carbono medicinal se usa para tratar:
- Flacidez de la piel de cara y cuerpo
- Suspensión y contracción de tejidos faciales y corporales
- Mesoterapia para ayudar al tratamiento del dolor
- Heridas crónicas
- Secuelas de quemaduras
- Celulitis
- Estrías
- Cicatrices
- Ojeras
No existen efectos secundarios ni contraindicaciones para este tratamiento. Es natural y se realiza en el consultorio mensualmente.
Los resultados son visibles desde la segunda sesión.
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